Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale568
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale570
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale572
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale574
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale576
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale578
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale580
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale582
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale584
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale586
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale588
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale590
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale592
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale594
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale596
Congregatio de Causis Sanctorum 597
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale598
Congregatio de Causis Sanctorum 599
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale600
Congregatio de Causis Sanctorum 601
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale602
Congregatio de Causis Sanctorum 603
Congregatio de Causis Sanctorum 605
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale606
Congregatio de Causis Sanctorum 607
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale608
Congregatio de Causis Sanctorum 609
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale610
Congregatio de Causis Sanctorum 611
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale612
Congregatio de Causis Sanctorum 613
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale614
Congregatio de Causis Sanctorum 615
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale616
Congregatio de Causis Sanctorum 617
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale618
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale620
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale622
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale624
Congregatio pro Gentium Evangelizatione 625
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale626
Supremum Signaturae Apostolicae Tribunal 627
Acta Benedicti Pp. XVI 581
Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta
sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando
para ello siempre vivas en su interior las palabras del dı́a de su Ordenación,
aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la
cruz del Señor.
Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse
cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y
vı́ctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha
de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos
cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta
esperando alcanzarla.4
Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus
ovejas hasta dar la vida por ellas.5 Para imitar también en esto al Señor,
vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente
a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espı́ritu Santo,
es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos,
el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la
obediencia sincera y sin disimulo.
Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo
para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con
vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os
enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y
generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien
como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio,
siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altı́sima dignidad de
la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales.
Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se
pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo
son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os
menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o
desenmascaran los ı́dolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces
cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como
una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad
y la justicia.
4 Cfr. Flp 3, 12-14. 5 Cfr. Jn 10, 11.