Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale568
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale570
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale572
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale574
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale576
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale578
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale580
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale582
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale584
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale586
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale588
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale590
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale592
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale594
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale596
Congregatio de Causis Sanctorum 597
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale598
Congregatio de Causis Sanctorum 599
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale600
Congregatio de Causis Sanctorum 601
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale602
Congregatio de Causis Sanctorum 603
Congregatio de Causis Sanctorum 605
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale606
Congregatio de Causis Sanctorum 607
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale608
Congregatio de Causis Sanctorum 609
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale610
Congregatio de Causis Sanctorum 611
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale612
Congregatio de Causis Sanctorum 613
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale614
Congregatio de Causis Sanctorum 615
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale616
Congregatio de Causis Sanctorum 617
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale618
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale620
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale622
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale624
Congregatio pro Gentium Evangelizatione 625
Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale626
Supremum Signaturae Apostolicae Tribunal 627
Acta Benedicti Pp. XVI 589
muy precario e inseguro. Hay otros que precisan de prevención para no caer
en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella.
No pocos, por causa de su fe en Cristo, sufren en sı́ mismos la discriminación,
que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en
determinadas regiones y paı́ses. Se les acosa queriendo apartarlos de Él,
privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando
hasta su santo Nombre. Pero yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las
fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del
Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar
nuestras angustias para llevarlas a Dios, y ası́ nos ha salvado.
En este contexto, es urgente ayudar a los jóvenes discı́pulos de Jesús a
permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y
testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y
lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar
su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con
otras legı́timas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a
las propias.
Majestad, al reiterar mi agradecimiento por la deferente bienvenida que
me habéis dispensado, deseo expresar también mi aprecio y cercanı́a a todos
los pueblos de España, ası́ como mi admiración por un paı́s tan rico de
historia y cultura, por la vitalidad de su fe, que ha fructificado en tantos
santos y santas de todas las épocas, en numerosos hombres y mujeres que
dejando su tierra han llevado el Evangelio por todos los rincones del orbe, y
en personas rectas, solidarias y bondadosas en todo su territorio. Es un gran
tesoro que ciertamente vale la pena cuidar con actitud constructiva, para el
bien común de hoy y para ofrecer un horizonte luminoso al porvenir de las
nuevas generaciones. Aunque haya actualmente motivos de preocupación,
mayor es el afán de superación de los españoles, con ese dinamismo que los
caracteriza, y al que tanto contribuyen sus hondas raı́ces cristianas, muy
fecundas a lo largo de los siglos.
Saludo desde aquı́ muy cordialmente a todos los queridos amigos
españoles y madrileños, y a los que han venido de tantas otras tierras.
Durante estos dı́as estaré junto a vosotros, teniendo también muy
presentes a todos los jóvenes del mundo, en particular a los que pasan por
pruebas de diversa ı́ndole. Al confiar este encuentro a la Santı́sima Virgen
Marı́a, y a la intercesión de los santos protectores de esta Jornada, pido a
Dios que bendiga y proteja siempre a los hijos de España. Muchas gracias.