ACTA APOSTOLICAE SEDIS

 960 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 961

 962 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 963

 964 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 965

 966 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 967

 968 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 969

 970 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 971

 972 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

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 998 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 999

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 Acta Francisci Pp. 1001

 1002 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 1003

 1004 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1005

 1006 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1007

 1008 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1009

 1010 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1011

 1012 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1013

 1014 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1015

 1016 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1017

 1018 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1019

 1020 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1021

 1022 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1023

 1024 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1025

 1026 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1027

 1028 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1029

 1030 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1031

 1032 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Congregationum 1033

 1034 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Congregationum 1035

 1036 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Diarium Romanae Curiae 1037

 1038 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

996 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

NUNTIUS TELEVISIFICUS

Occasione Celebrationis Iubilaei Extraordinarii Misericordiae in America.*

Celebro la iniciativa del CELAM y la CAL, en contacto con los episcopados

de Estados Unidos y Canadá - me recuerda el Sínodo de América esto - de

tener esta oportunidad de celebrar como Continente el Jubileo de la Misericor-

dia. Me alegra saber que han podido participar todos los países de América.

Frente a tantos intentos de fragmentación, de división y de enfrentar a nuestros

pueblos, estas instancias nos ayudan a abrir horizontes y estrecharnos una y

otra vez las manos; un gran signo que nos anima en la esperanza.

Para comenzar, me viene la palabra del apóstol Pablo a su discípulo pre-

dilecto: « Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y

me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de

mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con

misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobrea-

bundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo

Jesús. Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para

salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue

para que Jesucristo demostrará en mi toda su paciencia » ( 1 Tm, 1, 12-16a).

Esto se lo dice a Timoteo en su Primera Carta, capítulo primero, versículos

12 al 16. Y al decírselo a él, lo quiere hacer con cada uno de nosotros. Pala-

bras que son una invitación, yo diría una provocación. Palabras que quieren

poner en movimiento a Timoteo y a todos los que a lo largo de la historia

las irán escuchando. Son palabras ante las cuales no permanecemos indife-

rentes, por el contrario, ponen en marcha toda nuestra dinámica personal.

Y Pablo no anda con vueltas: Jesucristo vino al mundo para salvar a

los pecadores, y él se cree el peor de ellos. Tiene una conciencia clara de

quién es, no oculta su pasado e inclusive su presente. Pero esta descrip-

ción de sí mismo no la hace ni para victimizarse ni para justificarse, ni

tampoco para gloriarse de su condición. Es el comienzo de la carta, ya en

los versículos anteriores le ha avisado a Timoteo sobre « fabulas y genea-

logías interminables », sobre « vanas palabrerías », y advirtiendo que todas

ellas terminan en « disputas », en peleas. El acento - podríamos pensar a

1 Die 27 Augustii 2016.