ACTA APOSTOLICAE SEDIS

 960 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 961

 962 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

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 966 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 967

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 1002 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

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 1004 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

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 1006 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1007

 1008 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1009

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 Congregatio de Causis Sanctorum 1011

 1012 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1013

 1014 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1015

 1016 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1017

 1018 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1019

 1020 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1021

 1022 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1023

 1024 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1025

 1026 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1027

 1028 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1029

 1030 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 1031

 1032 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Congregationum 1033

 1034 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Congregationum 1035

 1036 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

 Diarium Romanae Curiae 1037

 1038 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale

Acta Francisci Pp. 997

primera vista - es su ser pecador, pero para que Timoteo, y con él cada

uno de nosotros pueda ponerse en esa misma sintonía. Si usáramos térmi-

nos futbolísticos podríamos decir: levanta un centro para que otro cabecee.

Nos « pasa la pelota » para que podamos compartir su misma experiencia: a

pesar de todos mis pecados « fui tratado con misericordia ».

Tenemos la oportunidad de estar aquí, porque con Pablo podemos decir:

fuimos tratados con misericordia. En medio de nuestros pecados, nuestros

límites, nuestras miserias; en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo

nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia. ¿A quién? A

mí, a vos, a vos, a vos, a todos. Cada uno de nosotros podrá hacer memoria,

repasando todas las veces que el Señor lo vio, lo miró, se acercó y lo trató con

misericordia. Todas las veces que el Señor volvió a confiar, volvió a apostar

(cf. Ez 16). Y a mí me vuelve a la memoria el capítulo 16 de Ezequiel, ese no

cansarse de apostar por cada uno de nosotros que tiene el Señor. Y eso es lo

que Pablo llama doctrina segura - ¡curioso! -, esto es doctrina segura: fuimos

tratados con misericordia. Y es ese el centro de su carta a Timoteo. En este

contexto jubilar, cuánto bien nos hace volver sobre esta verdad, repasar cómo

el Señor a lo largo de nuestra vida se acercó y nos trató con misericordia,

poner en el centro la memoria de nuestro pecado y no de nuestros supuestos

aciertos, crecer en una conciencia humilde y no culposa de nuestra historia

de distancias - la nuestra, no la ajena, no la de aquel que está al lado, menos

la de nuestro pueblo - y volver a maravillarnos de la misericordia de Dios.

Esa es palabra cierta, es doctrina segura y nunca palabrerío.

Hay una particularidad en el texto que quisiera compartir con ustedes.

Pablo no dice « el Señor me habló o me dijo », « el Señor me hizo ver o

aprender ». Él dice: « Me trató con ». Para Pablo, su relación con Jesús está

sellada por la forma en que lo trató. Lejos de ser una idea, un deseo, una

teoría - e inclusive una ideología -, la misericordia es una forma concreta

de « tocar » la fragilidad, de vincularnos con los otros, de acercarnos entre

nosotros. Es una forma concreta de encarar a las personas cuando están en

la « mala ». Es una acción que nos lleva a poner lo mejor de cada uno para

que los demás se sientan tratados de tal forma que puedan sentir que en

su vida todavía no se dijo la última palabra. Tratados de tal manera que

el que se sentía aplastado por el peso de sus pecados, sienta el alivio de

una nueva posibilidad. Lejos de ser una bella frase, es la acción concreta

con la que Dios quiere relacionarse con sus hijos. Pablo utiliza aquí la voz