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• Agilicen los modos de incorporación. No sean aduana. No pueden ser más
restrictivos que la misma Iglesia ni más papistas que el Papa. Abran las puer-
tas, no tomen examen de perfección cristiana porque van a estar promovien-
do un fariseísmo hipócrita. Hace falta misericordia activa.
• El compromiso que asumen los laicos que se integran a la Acción Católica
mira hacia adelante. Es la decisión de trabajar por la construcción del reino.
No hay que « burocratizar » esta gracia particular porque la invitación del Señor
viene cuando menos lo esperamos; tampoco podemos « sacramentalizar » la ofi-
cialización con requisitos que responden a otro ámbito de la vida de la fe y no
al del compromiso evangelizador. Todos tienen derecho a ser evangelizadores.
• Que la Acción Católica brinde el espacio de contención y de experiencia
cristiana a aquellos que se sienten por motivos personales como « cristianos
de segunda ».
Modo - En medio del pueblo
• De los destinatarios depende el modo. Como nos dijo el Concilio y rezamos
muchas veces en la Misa: atentos y compartiendo la luchas y esperanzas de
los hombres para mostrarles el camino de la salvación. La Acción Católica no
puede estar lejos del pueblo, sino que sale del pueblo y tiene que estar en me-
dio del pueblo. Tienen que popularizar más la Acción Católica. Esto no es una
cuestión de imagen sino de veracidad y de carisma. Tampoco es demagogia,
sino seguir los pasos del maestro que no le dio asco nada.
• Para poder seguir este camino es bueno recibir un barrio de pueblo. Compartir
la vida de la gente y aprender a descubrir por dónde van sus intereses y sus bús-
quedas, cuáles son sus anhelos y heridas más profundas; y qué es lo que necesitan
de nosotros. Esto es fundamental para no caer en la esterilidad de dar respuestas
a preguntas que nadie se hace. Los modos de evangelizar se pueden pensar desde
un escritorio pero después de haber andado en medio del pueblo y no al revés.
• Una Acción Católica más popular, más encarnada les va a traer problemas,
porque van a querer formar parte de la institución personas que aparente-
mente no están en condiciones: familias en la que los padres no están casados
por la iglesia, hombres y mujeres con un pasado o presente difícil pero que
luchan, jóvenes desorientados y heridos. Es un desafío a la maternidad ecle-
sial de la Acción Católica; recibir a todos y acompañarlos en al camino de la
vida con las cruces que lleven a cuestas.