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1030 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1032 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1034 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1036 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1038 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1040 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1042 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1044 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1046 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1048 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1050 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1052 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1054 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1056 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1058 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1060 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1062 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1064 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1066 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1068 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1070 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1072 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1074 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1075
1076 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1077
1078 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1079
1080 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1081
1082 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1083
1084 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1085
1086 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1087
1088 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1089
1090 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 1039
deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos
fenómenos conforman la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada
« cultura del descarte ».
Lo dramático de toda esta situación de exclusión e inequidad, con sus
claras consecuencias, me lleva junto a todo el pueblo cristiano y a tantos
otros a tomar conciencia también de mi grave responsabilidad al respecto,
por lo cual alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones
urgentes y efectivas. La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sos-
tenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo, es una importante
señal de esperanza. Confío también que la Conferencia de París sobre el
cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces.
No bastan, sin embargo, los compromisos asumidos solemnemente,
aunque constituyen ciertamente un paso necesario para las soluciones. La
definición clásica de justicia a que aludí anteriormente contiene como ele-
mento esencial una voluntad constante y perpetua: Iustitia est constans et
perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi. El mundo reclama de todos
los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos con-
cretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural
y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con
sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos
y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, in-
cluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen
internacional organizado. Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado
de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación
de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en
las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente
efectivas en la lucha contra todos estos flagelos.
La multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con ins-
trumentos técnicos de medida. Esto, empero, comporta un doble peligro:
limitarse al ejercicio burocrático de redactar largas enumeraciones de buenos
propósitos -metas, objetivos e indicaciones estadísticas-, o creer que una
única solución teórica y apriorística dará respuesta a todos los desafíos.
No hay que perder de vista, en ningún momento, que la acción política y
económica, solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad pruden-
cial, guiada por un concepto perenne de justicia y que no pierde de vista
en ningún momento que, antes y más allá de los planes y programas, hay