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1052 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1054 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1056 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1058 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1060 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1062 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1064 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1066 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1068 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1070 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1072 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1074 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1075
1076 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1077
1078 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1079
1080 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1081
1082 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1083
1084 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1085
1086 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1087
1088 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1089
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mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan
y sufren, y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente,
privados de cualquier derecho.
Para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la po-
breza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino.
El desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana
no pueden ser impuestos. Deben ser edificados y desplegados por cada
uno, por cada familia, en comunión con los demás hombres y en una justa
relación con todos los círculos en los que se desarrolla la socialidad humana
-amigos, comunidades, aldeas municipios, escuelas, empresas y sindica-
tos, provincias, naciones-. Esto supone y exige el derecho a la educación
-también para las niñas, excluidas en algunas partes-, que se asegura en
primer lugar respetando y reforzando el derecho primario de las familias
a educar, y el derecho de las Iglesias y de las agrupaciones sociales a sos-
tener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos. La
educación, así concebida, es la base para la realización de la Agenda 2030
y para recuperar el ambiente.
Al mismo tiempo, los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de
que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su
dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria
de cualquier desarrollo social. Este mínimo absoluto tiene en lo material
tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad
de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación
y todos los otros derechos cívicos.
Por todo esto, la medida y el indicador más simple y adecuado del
cumplimiento de la nueva Agenda para el desarrollo será el acceso efecti-
vo, práctico e inmediato, para todos, a los bienes materiales y espirituales
indispensables: vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado,
alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa, y más en general
libertad de espíritu y educación. Al mismo tiempo, estos pilares del desa-
rrollo humano integral tienen un fundamento común, que es el derecho a la
vida y, más en general, lo que podríamos llamar el derecho a la existencia
de la misma naturaleza humana.
La crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la bio-
diversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie hu-