720 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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Acta Francisci Pp. 761
1. Primero: el nacimiento de Jesús. « No había un lugar para ellos ».2 No
tenían una casa, una habitación para recibir a su hijo. No había espacio
para que pudiera dar a luz. Tampoco familia cercana: estaban solos. El único
lugar disponible era una cueva de animales. Y en su memoria seguramente
resonaban las palabras del Ángel: « Alégrate María, el Señor está contigo ».
Y Ella podría haberse preguntado: « ¿Dónde está ahora? ».
2. Segundo momento: la huida a Egipto. Tuvieron que irse, exiliarse. Ahí
no solo no tenían un espacio, ni familia, sino que incluso sus vidas corrían
peligro. Tuvieron que marcharse a tierra extranjera. Fueron migrantes per-
seguidos por la codicia y la avaricia del emperador. Y ahí ella también
podría haberse preguntado: « ¿Y Dónde está lo que me dijo el Ángel? ».
3. Tercer momento: la muerte en la cruz. No debe existir una situa-
ción más difícil para una madre que acompañar la muerte de su hijo. Son
momentos desgarradores. Ahí vemos a María, al pie de la cruz, como toda
madre, firme, sin abandonar, acompañando a su Hijo hasta el extremo de
la muerte y muerte de cruz. Y allí también podría haberse preguntado:
¿Dónde está lo que me dijo el Ángel? Luego la vemos conteniendo y soste-
niendo a los discípulos.
Contemplamos su vida, y nos sentimos comprendidos, entendidos. Po-
demos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de
situaciones que vivimos a diario. Nos podemos identificar en muchas situa-
ciones de su vida. Contarle de nuestras realidades porque ella las comprende.
Ella es mujer de fe, es la Madre de la Iglesia, ella creyó. Su vida es
testimonio de que Dios no defrauda, que Dios no abandona a su Pueblo,
aunque existan momentos o situaciones en que parece que Él no está. Ella
fue la primera discípula que acompañó a su Hijo y sostuvo la esperanza
de los apóstoles en los momentos difíciles. Estaban encerrados con no sé
cuántas llaves, de miedo, en el cenáculo. Fue la mujer que estuvo atenta y
supo decir -cuando parecía que la fiesta y la alegría terminaba-: « mirá
no tienen vino ».3 Fue la mujer que supo ir y estar con su prima « unos tres
meses »,4 para que no estuviera sola en su parto. Esa es nuestra madre, así
de buena, así de generosa, así de acompañadora en nuestra vida.
2 Lc 2, 7. 3 Jn 2, 3. 4 Lc 1, 56.