960 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
962 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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a nuestras comunidades y que anda herida por los caminos de la historia
esperando recibir ese trato de misericordia. La misericordia se aprende en
base a la experiencia - en nosotros primero -, como en Pablo: él ha mos-
trado toda su misericordia, él ha mostrado toda su misericordiosa paciencia.
En base a sentir que Dios sigue confiando y nos sigue invitando a ser sus
misioneros, que nos sigue enviando para que tratemos a nuestros hermanos
de la misma forma con la que él nos trata, con la que él nos trató, y cada
uno de nosotros conoce su historia, puede ir allí y hacer memoria. La mi-
sericordia se aprende, porque nuestro Padre nos sigue perdonando. Existe
ya mucho sufrimiento en la vida de nuestros pueblos para que todavía le
sumemos uno más o algunos más. Aprender a tratar con misericordia es
aprender del Maestro a hacernos prójimos, sin miedo de aquellos que han sido
descartados y que están « manchados » y marcados por el pecado. Aprender
a dar la mano a aquel que está caído sin miedo a los comentarios. Todo
trato que no sea misericordioso, por más justo que parezca, termina por
convertirse en maltrato. El ingenio estará en potenciar los caminos de la
esperanza, los que privilegian el buen trato y hacen brillar la misericordia.
Queridos hermanos, este encuentro no es un congreso, un meeting, un
seminario o una conferencia. Este encuentro de todos es una celebración:
fuimos invitados a celebrar el trato de Dios con cada uno de nosotros y
con su Pueblo. Por eso, creo que es un buen momento para que digamos
juntos: « Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor,
pero aquí estoy, estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito.
Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos, esos
brazos redentores » ( Evangelii gaudium, 3).
Y agradezcamos, como Pablo a Timoteo, que Dios nos confíe repetir
con su pueblo, los enormes gestos de misericordia que ha tenido y tiene
con nosotros, y que este encuentro nos ayude a salir fortalecidos en la
convicción de transmitir la dulce y confortadora alegría del Evangelio de
la misericordia.
FRANCISCUS PP.