1000 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1004 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1010 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1022 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1026 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1030 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1032 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1034 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1036 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1038 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1040 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1042 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1044 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1046 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1048 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1050 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1052 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1054 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1056 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1058 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1060 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1062 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1064 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1066 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1068 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1070 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1072 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1074 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1075
1076 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1077
1078 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1079
1080 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1081
1082 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1083
1084 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1085
1086 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1087
1088 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1089
1090 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 1043
el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de
sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y
haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión
al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud.
Estas realidades deben constituir un serio llamado a un examen de
conciencia de los que están a cargo de la conducción de los asuntos inter-
nacionales. No solo en los casos de persecución religiosa o cultural, sino en
cada situación de conflicto, como Ucrania, Siria, Irak, en Libia, en Sudán
del Sur y en la región de los Grandes Lagos, hay rostros concretos antes
que intereses de parte, por legítimos que sean. En las guerras y conflictos
hay seres humanos singulares, hermanos y hermanas nuestros, hombres y
mujeres, jóvenes y ancianos, niños y niñas, que lloran, sufren y mueren.
Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando la actividad
consiste sólo en enumerar problemas, estrategias y discusiones.
Como pedía al Secretario General de las Naciones Unidas en mi carta
del 9 de agosto de 2014, « la más elemental comprensión de la dignidad
humana [obliga] a la comunidad internacional, en particular a través de
las normas y los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo
posible para detener y prevenir ulteriores violencias sistemáticas contra las
minorías étnicas y religiosas » y para proteger a las poblaciones inocentes.
En esta misma línea quisiera hacer mención a otro tipo de conflictivi-
dad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando
la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra que viven muchas
de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico. Una guerra « asu-
mida » y pobremente combatida. El narcotráfico por su propia dinámica va
acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de
armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción. Corrupción
que ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar,
artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela
que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones.
Comencé esta intervención recordando las visitas de mis predecesores.
Quisiera ahora que mis palabras fueran especialmente como una continua-
ción de las palabras finales del discurso de Pablo VI, pronunciado hace casi
exactamente 50 años, pero de valor perenne, cito: « Ha llegado la hora en
que se impone una pausa, un momento de recogimiento, de reflexión, casi
de oración: volver a pensar en nuestro común origen, en nuestra historia,