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tienen eso? Todos juntos, los que tienen eso, digan: « ¡Gracias Señor! » [ Los
jóvenes repiten: « ¡Gracias Señor! »]. Porque acá tuvimos un testimonio de
un muchacho que desde chico supo lo que era el dolor, la tristeza, que fue
explotado, maltratado, que no tenía qué comer y que estaba solo. ¡Señor,
salvá a esos chicos y chicas que están en esa situación! Y para nosotros,
¡Señor, gracias! ¡Gracias, Señor! Todos: ¡Gracias, Señor!
Libertad de corazón. ¿Se acuerdan? Libertad de corazón; lo que nos
decía Orlando. Servicio, solidaridad; lo que nos decía Liz. Esperanza, tra-
bajo, luchar por la vida, salir adelante; lo que nos decía Manuel. Como ven,
la vida no es fácil para muchos jóvenes. Y esto quiero que lo entiendan,
quiero que se lo metan en la cabeza: « Si a mí la vida me es relativamente
fácil, hay otros chicos y chicas que no le es relativamente fácil ». Más aún,
que la desesperación los empuja a la delincuencia, los empuja al delito,
los empuja a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas, les
tenemos que decir que nosotros les estamos cerca, queremos darles una
mano, que queremos ayudarlos, con solidaridad, con amor, con esperanza.
Hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron, Liz y Manuel. Dos
frases, son lindas. Escúchenlas. Liz dijo que empezó a conocer a Jesús,
conocer a Jesús, y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo:
« Conocí a Dios, mi fortaleza ». Conocer a Dios es fortaleza. O sea, conocer
a Dios, acercarse a Jesús, es esperanza y fortaleza. Y eso es lo que necesi-
tamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. No
queremos jóvenes « debiluchos », jóvenes que están ahí no más, ni sí ni no.
No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara
de aburridos. Queremos jóvenes fuertes. Queremos jóvenes con esperanza
y con fortaleza. ¿Por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios.
Porque tienen un corazón libre. Corazón libre, repitan. [ Los jóvenes repiten
cada una de las palabras] Solidaridad. Trabajo. Esperanza. Esfuerzo. Conocer
a Jesús. Conocer a Dios, mi fortaleza. Un joven que viva así, ¿tiene la cara
aburrida? [ respuesta de los jóvenes: « No »] ¿Tiene el corazón triste? [ respuesta
de los jóvenes: « No »]. ¡Ese es el camino! Pero para eso hace falta sacrificio,
hace falta andar contracorriente. Las Bienaventuranzas que leímos hace
un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan... Es un plan contra-
corriente. Jesús les dice: « Felices los que tienen alma de pobre ». No dice:
« Felices los ricos, los que acumulan plata ». No. Los que tienen el alma de