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ejemplo antiguo. Hoy día, en todas las formas de incultura, como las que
ustedes han tratado, esa segunda forma de incultura es la que destruye
al hombre. Un rabino del medioevo, más o menos de la época de Santo
Tomás de Aquino -y quizás alguno de ustedes me lo escuchó- explicaba
en un « midrash » el problema de la torre de Babel a sus feligreses en la
sinagoga, y decía que construir la torre de Babel llevó mucho tiempo, y
llevó mucho trabajo, sobre todo hacer los ladrillos -suponía armar el fan-
go, buscar la paja, amasarla, cortarla, hacerla secar, después ponerla en el
horno, cocinarla, o sea que un ladrillo era una joya, valía muchísimo- y
lo iban subiendo, al ladrillo, para ir poniendo en la torre. Cuando se caía
un ladrillo era un problema muy grave, y el culpable o el que descuidó el
trabajo y lo dejó caer, era castigado. Cuando se caía un obrero de los que
estaban construyendo no pasaba nada. Este es el drama de la « segunda
forma de incultura »: el hombre como creador de incultura y no de cultura.
El hombre creador de incultura porque no cuida el ambiente.
Y ¿por qué ésta convocatoria de la Academia Pontificia de las Cien-
cias a los síndicos, alcaldes, intendentes de las ciudades? Porque ésta con-
ciencia si bien sale del centro hacia las periferias, el trabajo más serio y
más profundo, se hace desde la periferia hacia el centro. Es decir, desde
ustedes hacia la conciencia de la humanidad. La Santa Sede o tal país, o
tal otro, podrán hacer un buen discurso en las Naciones Unidas pero si el
trabajo no viene de las periferias hacia el centro, no tiene efecto. De ahí
la responsabilidad de los síndicos, de los intendentes, de los alcaldes de
las ciudades. Por eso les agradezco muchísimo que se hayan reunido como
periferias sumamente serias de este problema. Cada uno de ustedes tiene
dentro de su ciudad cosas como las que yo he dicho y que ustedes tienen
que gobernar, solucionar, etcétera. Yo les agradezco la colaboración. Me
dijo monseñor Sánchez Sorondo que muchos de ustedes han intervenido
y que es muy rico todo esto. Les agradezco y pido al Señor que nos dé a
todos la gracia de poder tomar conciencia de este problema de destrucción
que nosotros mismos estamos llevando adelante al no cuidar la ecología
humana, al no tener una conciencia ecológica como las que nos fue dada
al principio para transformar la primera incultura en cultura, y frenar ahí,
y no transformar esta cultura en incultura.
Muchísimas gracias.