848 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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984 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 985
986 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 987
988 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 989
990 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 991
992 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 993
994 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 981
Nuestras formulaciones de fe, han nacido en el diálogo, en el encuentro,
en la confrontación, en el contacto con las diversas culturas, comunidades,
naciones, situaciones que pedían una mayor reflexión de frente a lo no ex- plicitado antes. De ahí que los acontecimientos pastorales tienen un valor
relevante. Y nuestras formulaciones de fe son expresión de una vida vivida
y reflexionada eclesialmente. En cristiano algo se vuelve sospechoso cuando
deja de admitir la necesidad de ser criticado por otros interlocutores. Las
personas y sus distintas conflictividades, las periferias, no son opcionales,
sino necesarias para una mayor comprensión de la fe. Por eso es importante
preguntar, ¿para quién estamos pensando cuando hacemos teología? ¿A qué
personas tenemos delante? Sin ese encuentro, con la familia, con el Pueblo
de Dios, es cuando la teología corre el gran riesgo de volverse ideología.
No nos olvidemos, el Espíritu Santo en el pueblo orante es el sujeto de la teología. Una teología que no nazca en su seno, tiene ese tufillo de una propuesta que puede ser bella, pero no real.
Esto nos revela lo desafiante de la vocación del teólogo. Lo estimulante que es el estudio de la teología y la gran responsabilidad que se tiene al hacer- lo. Al respecto me permito explicitar tres rasgos de la identidad del teólogo:
1. El teólogo es en primera instancia un hijo de su pueblo. No puede y no quiere desentenderse de los suyos. Conoce su gente, su lengua, sus raíces, sus historias, su tradición. Es el hombre que aprende a valorar lo recibido, como signo de la presencia de Dios ya que sabe que la fe no le pertenece. La recibió gratuitamente de la Tradición de la Iglesia, gracias al testimonio, la catequesis y la generosidad de tantos. Esto lo lleva a reconocer que el Pueblo creyente en el que ha nacido, tiene un sentido teológico que no puede ignorar. Se sabe « injerto » en una conciencia eclesial y bucea en esas aguas.
2. El teólogo es un creyente. El teólogo es alguien que ha hecho expe- riencia de Jesucristo, y descubrió que sin El ya no puede vivir. Sabe que
Dios se hace presente, como palabra, como silencio, como herida, como
sanación, como muerte y como resurrección. El teólogo es aquel que sabe que su vida está marcada por esa huella, esa marca, que ha dejado abierta
su sed, su ansiedad, su curiosidad, su vivir. El teólogo es aquel que sabe
que no puede vivir sin el objeto/sujeto de su amor y consagra su vida para poder compartirlo con sus hermanos. No es teólogo quien no pueda
decir: « no puedo vivir sin Cristo » y por lo tanto, quien no quiera, intente
desarrollar en sí mismo los mismos sentimientos del Hijo.