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3. Un terzo elemento, che in modo sempre più naturale e centrale fa parte
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de la redención alcanzada por Cristo, y en Cristo, reconocemos su poder
y majestad divina.
Animado por estos sentimientos, saludo con afecto fraterno a los señores
cardenales y obispos que nos acompañan, a las diversas representaciones
diplomáticas, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, ası́ como a los grupos
de fieles congregados en esta Bası́lica de San Pedro para celebrar con gozo la
solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Estrella de la Evan-
gelización de América. Tengo igualmente presentes a todos los que se unen
espiritualmente y oran a Dios con nosotros por los diversos paı́ses latino-
americanos y del Caribe, muchos de los cuales durante este tiempo festejan
el Bicentenario de su independencia, y que, más allá de los aspectos históri-
cos, sociales y polı́ticos de los hechos, renuevan al Altı́simo la gratitud por el
gran don de la fe recibida, una fe que anuncia el Misterio redentor de la
muerte y resurrección de Jesucristo, para que todos los pueblos de la tierra
en Él tengan vida. El Sucesor de Pedro no podı́a dejar pasar esta efeméride
sin hacer presente la alegrı́a de la Iglesia por los copiosos dones que Dios en
su infinita bondad ha derramado durante estos años en esas amadı́simas
naciones, que tan entrañablemente invocan a Marı́a Santı́sima.
La venerada imagen de la Morenita del Tepeyac, de rostro dulce y sereno,
impresa en la tilma del indio san Juan Diego, se presenta como « la siempre
Virgen Marı́a, Madre del verdadero Dios por quien se vive ».4 Ella evoca a la
«mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza, que está encinta » 5 y señala la presencia del Salvador a su
población indı́gena y mestiza. Ella nos conduce siempre a su divino Hijo, el
cual se revela como fundamento de la dignidad de todos los seres humanos,
como un amor más fuerte que las potencias del mal y la muerte, siendo
también fuente de gozo, confianza filial, consuelo y esperanza.
O Magnificat, que proclamamos no Evangelho, é « o cântico da Mãe de
Deus e o da Igreja, cântico da Filha de Sião e do novo Povo de Deus, cântico
de ação de graças pela plenitude de graças distribuı́das na Economia da
salvação, cântico dos "pobres", cuja esperança é satisfeita pela realização
das promessas feitas a nossos pais ».6 Em um gesto de reconhecimento ao
4 De la lectura del Oficio. Nicán Mopohua, 12ª ed., México, D.F., 1971, 3-19. 5 Ap 12, 1-2. 6 Catecismo da Igreja Católica, 2619.