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292 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
294 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
296 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
298 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 299
300 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 301
302 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 303
304 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 225
IV
Iter Apostolicum in Mexicum: Occasione celebrationis Eucharisticae in urbe Ecatepec .5*
El miércoles pasado hemos comenzado el tiempo litúrgico de la cuaresma,
en el que la Iglesia nos invita a prepararnos para celebrar la gran fiesta
de la Pascua. Tiempo especial para recordar el regalo de nuestro bautismo,
cuando fuimos hechos hijos de Dios. La Iglesia nos invita a reavivar el don
que se nos ha obsequiado para no dejarlo dormido como algo del pasado
o en un « cajón de los recuerdos ». Este tiempo de cuaresma es un buen
momento para recuperar la alegría y la esperanza que hace sentirnos hijos
amados del Padre. Este Padre que nos espera para sacarnos las ropas del
cansancio, de la apatía, de la desconfianza y así vestirnos con la dignidad
que solo un verdadero padre o madre sabe darle a sus hijos, las vestimentas
que nacen de la ternura y del amor.
Nuestro Padre es el Padre de una gran familia, es nuestro Padre. Sabe
tener un amor único, pero no sabe generar y criar « hijos únicos ». Es un
Dios que sabe de hogar, de hermandad, de pan partido y compartido. Es
el Dios del Padre nuestro, no del « padre mío » y « padrastro vuestro ».
En cada uno de nosotros anida, vive, ese sueño de Dios que en cada Pascua,
en cada eucaristía lo volvemos a celebrar, somos hijos de Dios. Sueño con el
que han vivido tantos hermanos nuestros a lo largo y ancho de la historia.
Sueño testimoniado por la sangre de tantos mártires de ayer y de hoy.
Cuaresma, tiempo de conversión, porque a diario hacemos experiencia
en nuestra vida de cómo ese sueño se vuelve continuamente amenazado
por el padre de la mentira - escuchamos en el Evangelio lo que hacía con
Jesús -, por aquel que busca separarnos, generando una familia dividida y
enfrentada. Una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y
para pocos. Cuántas veces experimentamos en nuestra propia carne, o en
la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos, el dolor que nace
de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro. Cuántas
veces hemos tenido que llorar y arrepentirnos por darnos cuenta de que
* Die 14 Februarii 2016.