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298 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 299
300 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 301
302 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 303
304 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 233
VII
Iter Apostolicum in Mexicum: Summo Pontifice cum presbyteris, personis religiosis et consecratis necnon candidatis ad sacerdotium Moreliae Eucha- ristiam celebrante.1*
Hay un dicho entre nosotros que dice así: « Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas », porque mostrándome cómo rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome cómo vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas »; porque nuestra vida habla de la oración y la oración habla de nuestra vida. A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración.
Y Pablo, a su discípulo predilecto Timoteo, cuando le enseñaba o lo exhortaba a vivir la fe le decía: « Acordáte de tu madre y de tu abuela ». Y a los seminaristas, cuando entraban al seminario, muchas veces me pre- guntaban: « Padre, pero yo quisiera tener una oración más profunda, más mental ». « Mirá, seguí rezando como te enseñaron en tu casa y después, poco a poco, tu oración irá creciendo, como tu vida fue creciendo ». A rezar se aprende, como en la vida.
Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el mis- terio de su vida. Les mostró - comiendo, durmiendo, curando, predicando, rezando - qué significa ser Hijo de Dios. Los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: « Padre nuestro ». En Jesús, esta expresión, « Padre Nuestro », no tiene el « gustillo » de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: « Padre nuestro ».
Y nos ha invitado a nosotros a lo mismo. Nuestra primera llamada es a hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia. Su primera llamada es a introducirnos en esa nueva dinámica de amor, de filiación. Nuestra primera llamada es aprender a decir « Padre nuestro », como Pablo insiste: « Abba ».
* Die 16 Februarii 2016.