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VIII
Iter Apostolicum in Mexicum: Dum Summus Pontifex apud forum nundinarium urbis Ciudad Juárez Eucharistiam celebrat.*
La gloria de Dios es la vida del hombre, así lo decía San Ireneo en el
siglo II, expresión que sigue resonando en el corazón de la Iglesia. La gloria
del Padre es la vida de sus hijos. No hay gloria más grande para un padre
que ver la realización de los suyos; no hay satisfacción mayor que verlos salir
adelante, verlos crecer y desarrollarse. Así lo atestigua la primera lectura
que escuchamos. Nínive, una gran ciudad que se estaba autodestruyendo,
fruto de la opresión y la degradación, de la violencia y de la injusticia. La
gran capital tenía los días contados, ya que no era sostenible la violencia
generada en sí misma. Ahí aparece el Señor moviendo el corazón de Jonás,
ahí aparece el Padre invitando y enviando a su mensajero. Jonás es convo-
cado para recibir una misión. Ve, le dice, porque « dentro de cuarenta días,
Nínive será destruida ».1 Ve, ayúdalos a comprender que con esa manera de
tratarse, regularse, organizarse, lo único que están generando es muerte y
destrucción, sufrimiento y opresión. Hazles ver que no hay vida para nadie,
ni para el rey ni para el súbdito, ni para los campos ni para el ganado. Ve
y anuncia que se han acostumbrado de tal manera a la degradación que
han perdido la sensibilidad ante el dolor. Ve y diles que la injusticia se ha
instalado en su mirada. Por eso va Jonás. Dios lo envía a evidenciar lo que
estaba sucediendo, lo envía a despertar a un pueblo ebrio de sí mismo.
Y en este texto nos encontramos frente al misterio de la misericordia
divina. La misericordia rechaza siempre la maldad, tomando muy en serio
al ser humano. Apela siempre a la bondad de cada persona, aunque esté
dormida, anestesiada. Lejos de aniquilar, como muchas veces pretendemos
o queremos hacerlo nosotros, la misericordia se acerca a toda situación
para transformarla desde adentro. Ese es precisamente el misterio de la
misericordia divina. Se acerca, e invita a la conversión, invita al arrepen-
timiento; invita a ver el daño que a todos los niveles se esta causando.
La misericordia siempre entra en el mal para transformarlo. Misterio de
nuestro Padre Dios: envía a su Hijo que se metió en el mal, se hizo pecado
para transformar el mal. Esa es su misericordia.
* Die 17 Februarii 2016. 1 Jon 3, 4.