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298 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 299
300 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 301
302 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 303
304 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 237
El rey escuchó, los habitantes de la ciudad reaccionaron y se decretó
el arrepentimiento. La misericordia de Dios entró en el corazón revelando
y manifestando lo que es nuestra certeza y nuestra esperanza: siempre
hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar,
modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo,
lo que nos está degradando como humanidad. La misericordia nos alienta
a mirar el presente y confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón.
La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza.
Jonás ayudó a ver, ayudó a tomar conciencia. Acto seguido, su llamada
encuentra hombres y mujeres capaces de arrepentirse, capaces de llorar.
Llorar por la injusticia, llorar por la degradación, llorar por la opresión. Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido. Son las lágrimas las que logran sensibi- lizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión. Así le pasó a Pedro, después de haber renegado de Jesús; lloró y las lágrimas le abrieron el corazón.
Que esta palabra suene con fuerza hoy entre nosotros, esta palabra es la voz que grita en el desierto y nos invita a la conversión. En este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la miseri- cordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión.
Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar « al otro lado ». Un paso, un camino,
cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados,
muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas.
No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha sig- nificado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera
e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos,
caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede me- dir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por
familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza