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290 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
292 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
294 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
296 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
298 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 299
300 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 301
302 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 303
304 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 255
IV
Iter Apostolicum in Mexicum: Ad Episcopos Mexici apud ecclesiam Cathedra- lem Mexicopolis.2*
Queridos hermanos,
Estoy contento de poder encontrarlos al día siguiente de mi llegada a este País al cual, siguiendo los pasos de mis Predecesores, también he venido a visitar.
No podía dejar de venir ¿Podría el Sucesor de Pedro, llamado del lejano sur latinoamericano, privarse de poder posar la propia mirada sobre la « Vir- gen Morenita »?.
Les agradezco que me reciban en esta Catedral, « casita », « casita » pro- longada pero siempre « sagrada », que pidió la Virgen de Guadalupe, y por las amables palabras de acogida que me han dirigido.
Porque sé que aquí se halla el corazón secreto de cada mexicano, entro con pasos suaves como corresponde entrar en la casa y en el alma de este pueblo y estoy profundamente agradecido por abrirme la puerta. Sé que mirando los ojos de la Virgen alcanzo la mirada de vuestra gente que, en Ella, ha aprendido a manifestarse. Sé que ninguna otra voz puede hablar así tan profundamente del corazón mexicano como me puede hablar la Virgen; Ella custodia sus más altos deseos sus más recónditas esperanzas; Ella recoge sus alegrías y sus lágrimas; Ella comprende sus numerosos idiomas y les responde con ternura de Madre porque son sus propios hijos.
Estoy contento de estar con ustedes aquí, en las cercanías del « Cerro del Tepeyac », como en los albores de la evangelización de este Continente y, por favor, les pido que me consientan que todo cuanto les diga pueda hacerlo partiendo desde la Guadalupana. Cuánto quisiera que fuese Ella misma quien les lleve, hasta lo profundo de sus almas de Pastores y, por medio de ustedes, a cada una de sus Iglesias particulares presentes en este vasto México, todo lo que fluye intensamente del corazón del Papa.
Como hizo San Juan Diego, y lo hicieron las sucesivas generaciones de los hijos de la Guadalupana, también el Papa cultivaba desde hace tiempo el deseo de mirarla. Más aún, quería yo mismo ser alcanzado por su mi- rada materna. He reflexionado mucho sobre el misterio de esta mirada y
les ruego acojan cuanto brota de mi corazón de Pastor en este momento.
* Die 13 Februarii 2016.