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posee en el propio calendario una « fiesta del grito ». A ese grito es necesario
responder que Dios existe y está cerca a través de Jesús. Que sólo Dios es la
realidad sobre la cual se puede construir, porque « Dios es la realidad fundante,
no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano » .5
En las miradas de ustedes, el Pueblo mexicano tiene el derecho de en-
contrar las huellas de quienes « han visto al Señor »,6 de quienes han estado
con Dios. Esto es lo esencial. No pierdan, entonces, tiempo y energías en las
cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de
carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de inter-
eses o de consorterías. No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las
maledicencias. Introduzcan a sus sacerdotes en esa comprensión del sagrado
ministerio. A nosotros, ministros de Dios, basta la gracia de « beber el cáliz del
Señor », el don de custodiar la parte de su heredad que se nos ha confiado,
aunque seamos inexpertos administradores. Dejemos al Padre asignarnos el
puesto que nos tiene preparado.7 ¿Acaso podemos estar de verdad ocupados en
otras cosas si no en las del Padre? Fuera de las « cosas del Padre » 8 perdemos
nuestra identidad y, culpablemente, hacemos vana su gracia.
Si nuestra mirada no testimonia haber visto a Jesús, entonces las pa-
labras que recordamos de Él resultan solamente figuras retóricas vacías.
Quizás expresen la nostalgia de aquellos que no pueden olvidar al Señor,
pero de todos modos son sólo el balbucear de huérfanos junto al sepulcro.
Palabras finalmente incapaces de impedir que el mundo quede abandonado
y reducido a la propia potencia desesperada.
Pienso en la necesidad de ofrecer un regazo materno a los jóvenes.
Que vuestras miradas sean capaces de cruzarse con las miradas de ellos,
de amarlos y de captar lo que ellos buscan, con aquella fuerza con la que
muchos como ellos han dejado barcas y redes sobre la otra orilla del mar,9
han abandonado bancos de extorsiones con tal de seguir al Señor de la
verdadera riqueza.10
Me preocupan tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exal-
tan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar
5 BeneDicto XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia General del CELAM, 13 mayo 2007. 6 Cf. Jn 20, 25. 7 Cf. Mt 20, 20-28. 8 Lc 2, 48-49. 9 Cf. Mc 1, 17-18.
10 Cf. Mt 9, 9.