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282 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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292 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
294 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
296 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
298 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 299
300 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 301
302 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 303
304 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 265
No se necesitan « príncipes », sino una comunidad de testigos del Señor.
Cristo es la única luz; es el manantial de agua viva; de su respiro sale el
Espíritu, que despliega las velas de la barca eclesial. En Cristo glorificado,
que la gente de este pueblo ama honrar como Rey, enciendan juntos la luz,
cólmense de su presencia que no se extingue; respiren a pleno pulmón el aire
bueno de su Espíritu. Toca a ustedes sembrar a Cristo sobre el territorio,
tener encendida su luz humilde que clarifica sin ofuscar, asegurar que en sus
aguas se colme la sed de su gente; extender las velas para que sea el soplo
del Espíritu quien las despliegue y no encalle la barca de la Iglesia en México.
Recuerden que la Esposa, la Esposa de cada uno de ustedes, la Madre
Iglesia, sabe bien que el Pastor amado 19 será encontrado sólo donde los
pastos son herbosos y los riachuelos cristalinos. La Esposa desconfía de los
compañeros del Esposo que, alguna vez por desidia o incapacidad, conducen
la grey por lugares áridos y llenos de peñascos. ¡Ay de nosotros pastores,
compañeros del Supremo Pastor, si dejamos vagar a su Esposa porque en
la tienda que nos hicimos el Esposo no se encuentra!
Permítanme una última palabra para expresar el aprecio del Papa por
todo cuanto están haciendo para afrontar el desafío de nuestra época re-
presentada en las migraciones. Son millones los hijos de la Iglesia que hoy
viven en la diáspora o en tránsito, peregrinando hacia el norte en búsqueda
de nuevas oportunidades. Muchos de ellos dejan atrás las propias raíces para
aventurarse, aun en la clandestinidad que implica todo tipo de riesgos, en
búsqueda de la « luz verde » que juzgan como su esperanza. Tantas familias
se dividen; y no siempre la integración en la presunta « tierra prometida »
es tan fácil como se piensa.
Hermanos, que sus corazones sean capaces de seguirlos y alcanzarlos más
allá de las fronteras. Refuercen la comunión con sus hermanos del episcopado
estadounidense, para que la presencia materna de la Iglesia mantenga viva
las raíces de su fe, de la fe de ese pueblo, las razones de sus esperanzas y
la fuerza de su caridad. Que no les suceda a ellos que, colgando sus cítaras,
se enmudezcan sus alegrías, olvidándose de Jerusalén y convirtiéndose en
« exilados de sí mismos ».20 Testimonien juntos que la Iglesia es custodia de
una visión unitaria del hombre y no puede compartir que sea reducido a
un mero « recurso » humano.
19 Cf. Ct 1, 7. 20 Sal 136.