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Acta Francisci Pp. 271
la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos
puede hacer sentir una angustia fuerte, ya que no sabemos cómo hacer
para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad
no sólo amenaza el estómago (y eso ya es decir mucho), sino que puede
amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con cami-
nos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan
nada. Y vos fuiste valiente, Beatriz, gracias. Existe una precariedad que
puede ser muy peligrosa y que se nos puede ir colando sin darnos cuenta,
es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento
siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos
muestran cómo muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos
es « cortarnos solos » y lejos de « echarle ganas »; esa actitud es como una
polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vul-
nerables a tantas aparentes soluciones - como la que Beatriz mencionaba -,
se tiene que dar a diversos niveles. Una es por medio de legislaciones que
protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para
que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo
digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y
Claudia, cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor
de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los
demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la
espiral de la precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan, y ustedes
están con Jesús, y ustedes están integrados en la vida de la Iglesia. Usaron
una linda expresión: « Comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el
necesitado, el preso ». Gracias, gracias.
Hoy en día vemos, y vivimos por distintos frentes, cómo la familia
está siendo debilitada, cómo está siendo cuestionada. Cómo se cree que es
un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades y
que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo
basado en el aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades -
se dicen sociedades libres, democráticas, soberanas -, se van inoculando
colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias
de ideologías destructoras de la familia, del núcleo de la familia, que es la
basa de toda sana sociedad.