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Congregatio de Causis Sanctorum 303
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306 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 275
La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos
llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar con-
taminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las
calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social
que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situacio-
nes, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social.
A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas
a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de reinserción
que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que
llevaron a una persona a determinada actitud. El problema de la seguridad
no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir
afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afec-
tan a todo el entramado social.
La preocupación de Jesús por atender a los hambrientos, a los se-
dientos, a los sin techo o a los presos,1 era para expresar las entrañas
de misericordia del Padre, que se vuelve un imperativo moral para toda
sociedad que desea tener las condiciones necesarias para una mejor convi-
vencia. En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, a
sus enfermos o a sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar
sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción
social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus
familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento
y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios
sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas.
Ahí empieza todo proceso de reinserción.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es aprender a no que-
dar presos del pasado, del ayer. Es aprender a abrir la puerta al futuro, al
mañana; es creer que las cosas pueden ser diferentes. Celebrar el Jubileo de
la misericordia con ustedes es invitarlos a levantar la cabeza y a trabajar para
ganar ese espacio de libertad anhelado. Celebrar el Jubileo de la Misericor-
dia con ustedes es repetir esa frase que escuchamos recién, tan bien dicha y
con tanta fuerza: « Cuando me dieron mi sentencia, alguien me dijo: "No te
preguntes por qué estás aquí sino para qué" »; y que este « para qué » nos lleve
adelante, que este « para qué » nos haga ir saltando las vallas de ese engaño
social que cree que la seguridad y el orden solamente se logra encarcelando.
1 Mt 25, 34-40.