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para todos. Esta cultura, nacida muchas veces de tensiones, va gestando
un nuevo estilo de relaciones, un nuevo estilo de Nación.
¿Qué mundo queremos dejarles a nuestros hijos? Creo que en esto la gran
mayoría podemos coincidir. Este es precisamente nuestro horizonte, esa
es nuestra meta y, por ello, hoy tenemos que unirnos y trabajar. Siempre
es bueno pensar qué me gustaría dejarles a mis hijos; y también es una
buena medida para pensar en los hijos de los demás. ¿Qué quiere dejar
México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios
insuficientes, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O quiere
dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, de techo decoroso y
de la tierra para trabajar? Las tres « T »: Trabajo, Techo y Tierra. ¿En qué
cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a
respirar? ¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y
desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar - la palabra es
clave -, generar alternativas, generar renovación o cambio? Generar es ser
co-creadores con Dios. Claro, eso cuesta.
Sé que lo planteado no es fácil, pero sé también que es peor dejar el
futuro en manos de la corrupción, del salvajismo y de la falta de equidad. Sé
que no es fácil muchas veces armonizar todas las partes en una negociación,
pero sé también que es peor, y nos termina haciendo más daño, la carencia
de negociación y la falta de valoración. Una vez me decía un viejo dirigente
obrero, honesto como él sólo, murió con lo que ganaba, nunca se aprovechó:
« Cada vez que teníamos que sentarnos a una mesa de negociación, yo sabía
que tenía que perder algo para que ganáramos todos ». Linda la filosofía
de ese hombre de trabajo. Cuando se va a negociar siempre se pierde algo,
pero ganan todos. Sé que no es fácil poder congeniar en un mundo cada
más competitivo, pero es peor dejar que el mundo competitivo termine
determinando el destino de los pueblos… esclavos. El lucro y el capital
no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común.
Y, cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el
capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión,
y así se va consolidando la cultura del descarte: ¡Descartado! ¡Excluido!
Comenzaba agradeciéndoles la oportunidad de estar juntos. Ayer, uno de
los jóvenes en el Estadio de Morelia que dio testimonio dijo que este mundo
quita la capacidad de soñar, y es verdad. A veces nos quita la capacidad
de soñar, la capacidad de la gratuidad. Cuando un chico o una chica ve al