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Congregatio de Causis Sanctorum 209
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Tantos de ustedes han perdido todo. Yo no sé qué decirles. ¡Él sí sabe
qué decirles! Tantos de ustedes han perdido parte de la familia. Solamente
guardo silencio, los acompaño con mi corazón en silencio…
Tantos de ustedes se han preguntado mirando a Cristo: ¿Por qué, Señor?
Y, a cada uno, el Señor responde en el corazón, desde su corazón. Yo no
tengo otras palabras que decirles. Miremos a Cristo: Él es el Señor, y Él
nos comprende porque pasó por todas las pruebas que nos sobrevienen a
nosotros.
Y junto a Él en la cruz estaba la Madre. Nosotros somos como ese chico
que está allí abajo, que en los momentos de dolor, de pena, en los momen-
tos que no entendemos nada, en los momentos que queremos rebelarnos,
solamente nos viene tirar la mano y agarrarnos de su pollera, y decirle:
« ¡Mamá! », como un chico que, cuando tiene miedo, dice: « ¡Mamá! ». Es qui-
zás la única palabra que puede expresar lo que sentimos en los momentos
oscuros: ¡Madre!, ¡Mamá!
Hagamos juntos un momento de silencio, miremos al Señor. Él puede
comprendernos porque pasó por todas las cosas. Y miremos a nuestra
Madre y, como el chico que está abajo, agarrémonos de la pollera y con el
corazón digámosle: « Madre ». En silencio, hagamos esta oración, cada uno
dígale lo que siente…
[ Silencio]
No estamos solos, tenemos una Madre, tenemos a Jesús, nuestro her-
mano mayor. No estamos solos. Y también tenemos muchos hermanos que,
en el momento de catástrofe, vinieron a ayudarnos. Y también nosotros nos
sentimos más hermanos… que nos hemos ayudado unos a otros.
Esto es lo único que me sale decirles. Perdónenme si no tengo otras
palabras. Pero tengan la seguridad de que Jesús no defrauda; tengan la
seguridad que el amor y la ternura de nuestra Madre no defrauda. Y, aga-
rrados a ella como hijos y con la fuerza que nos da Jesús nuestro hermano
mayor, sigamos adelante. Y como hermanos, caminemos. Gracias.
[ Después de la Comunión]
Acabamos de celebrar la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo.
Jesús nos precedió en este camino y nos acompaña en cada momento que
nos reunimos a orar y celebrar.
Gracias, Señor, por estar hoy con nosotros. Gracias, Señor, por compar-
tir nuestros dolores. Gracias, Señor, por darnos esperanza. Gracias, Señor,