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abundan los eufemismos. No se dicen las palabras con la contundencia y la
realidad se busca en el eufemismo. Una persona, una persona segregada,
una persona apartada, una persona que está sufriendo la miseria, el ham-
bre, es una persona en situación de calle: palabra elegante ¿no? Ustedes
busquen siempre, por ahí me equivoco en alguno, pero en general, detrás
de un eufemismo hay un delito.
Vivimos en ciudades que construyen torres, centros comerciales, hacen
negocios inmobiliarios … pero abandonan a una parte de sí en las márgenes,
las periferias. ¡Cuánto duele escuchar que a los asentamientos pobres se
los margina o, peor, se los quiere erradicar! Son crueles las imágenes de
los desalojos forzosos, de las topadoras derribando casillas, imágenes tan
parecidas a las de la guerra. Y esto se ve hoy.
Ustedes saben que en las barriadas populares donde muchos de uste-
des viven subsisten valores ya olvidados en los centros enriquecidos. Los
asentamientos están bendecidos con una rica cultura popular: allí el espa-
cio público no es un mero lugar de tránsito sino una extensión del propio
hogar, un lugar donde generar vínculos con los vecinos. Qué hermosas son
las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los dife-
rentes y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo. Qué
lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas
de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro.
Por eso, ni erradicación ni marginación: Hay que seguir en la línea de la
integración urbana. Esta palabra debe desplazar totalmente a la palabra
erradicación, desde ya, pero también esos proyectos que pretender barnizar
los barrios pobres, aprolijar las periferias y maquillar las heridas sociales
en vez de curarlas promoviendo una integración auténtica y respetuosa. Es
una especie de arquitectura de maquillaje ¿no? Y va por ese lado. Sigamos
trabajando para que todas las familias tangan una vivienda y para que todos
los barrios tengan una infraestructura adecuada (cloacas, luz, gas, asfalto,
y sigo: escuelas, hospitales o salas de primeros auxilios, club deportivo y
todas las cosas que crean vínculos y que unen, acceso a la salud - lo dije -
y a la educación y a la seguridad en la tenencia.
Tercero, Trabajo. No existe peor pobreza material - me urge subrayarlo -,
no existe peor pobreza material, que la que no permite ganarse el pan y
priva de la dignidad del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la
falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa