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muy doloroso, el descarte de los jóvenes. Millones de jóvenes, yo no quiero
decir la cifra porque no la sé exactamente y la que leí me parece un poco
exagerada, pero millones de jóvenes descartados del trabajo, desocupados.
En los países de Europa, y estas si son estadísticas muy claras, acá en
Italia, pasó un poquitito del 40% de jóvenes desocupados; ya saben lo que
significa 40% de jóvenes, toda una generación, anular a toda una genera-
ción para mantener el equilibrio. En otro país de Europa está pasando el
50% y en ese mismo país del 50% en el sur el 60%, son cifras claras, óseas
del descarte. Descarte de niños, descarte de ancianos, que no producen,
y tenemos que sacrificar una generación de jóvenes, descarte de jóvenes,
para poder mantener y reequilibrar un sistema en el cual en el centro está
el dios dinero y no la persona humana.
Pese a esto, a esta cultura del descarte, a esta cultura de los sobran-
tes, tantos de ustedes, trabajadores excluidos, sobrantes para este sistema,
fueron inventando su propio trabajo con todo aquello que parecía no poder
dar más de sí mismo … pero ustedes, con su artesanalidad, que les dio
Dios … con su búsqueda, con su solidaridad, con su trabajo comunitario,
con su economía popular, lo han logrado y lo están logrando …. Y déjenme
decírselo, eso además de trabajo, es poesía. Gracias.
Desde ya, todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo
asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y
a una cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores
ambulantes, costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores,
mineros, obreros de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas
y trabajadores de oficios populares que están excluidos de los derechos
laborales, que se les niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen
un ingreso adecuado y estable. Hoy quiero unir mi voz a la suya y acom-
pañarlos en su lucha.
En este Encuentro, también han hablado de la Paz y de Ecología. Es
lógico: no puede haber tierra, no puede haber techo, no puede haber trabajo
si no tenemos paz y si destruimos el planeta. Son temas tan importantes
que los Pueblos y sus organizaciones de base no pueden dejar de debatir. No
pueden quedar sólo en manos de los dirigentes políticos. Todos los pueblos
de la tierra, todos los hombres y mujeres de buena voluntad, tenemos que
alzar la voz en defensa de estos dos preciosos dones: la paz y la naturaleza.
La hermana madre tierra como la llamaba San Francisco de Asís.