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1222 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1223
1224 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Gentium Evangelizatione 1225
1226 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Gentium Evangelizatione 1227
Acta Francisci Pp. 1157
retome la inspiración que condujo al nacimiento de esta Organización y
nos compromete a buscar los medios necesarios para librar a la humani-
dad del hambre y promover una actividad agrícola capaz de satisfacer las
necesidades reales de las diversas áreas del planeta.
Se trata ciertamente de un objetivo ambicioso, pero improrrogable, que
se debe perseguir con renovada voluntad en un mundo donde aumentan
las diferencias en los niveles de bienestar, ingresos, consumos, acceso a la
asistencia sanitaria, educación y por lo que concierne a una mayor esperan-
za de vida. Somos testigos, a menudo mudos y paralizados, de situaciones
que no se pueden vincular exclusivamente a fenómenos económicos, porque
cada vez más la desigualdad es el resultado de esa cultura que descarta y
excluye a muchos de nuestros hermanos y hermanas de la vida social, que
no tiene en cuenta sus capacidades, llegando incluso a considerar superflua
su contribución a la vida de la familia humana.
El tema elegido para la Jornada Mundial de la Alimentación de este
año: Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural,
es importante. Un problema que pone de relieve la responsabilidad hacia
los dos tercios de la población mundial que carece de protección social,
incluso mínima. Un dato aún más alarmante por el hecho de que la mayoría
de esas personas viven en las zonas más desfavorecidas de aquellos países
donde ser pobre es una realidad olvidada y la única fuente de superviven-
cia está ligada a una escasa producción agrícola, a la pesca artesanal o a
la cría de ganado en pequeña escala. En efecto, la carencia de protección
social afecta sobre todo a los pequeños agricultores, ganaderos, pescadores
y agentes forestales, obligados a vivir precariamente, porque el fruto de
su trabajo depende con frecuencia de condicionamientos naturales, que
a menudo escapan de su control, y a la falta de medios para enfrentar
las malas cosechas o para obtener las herramientas técnicas necesarias.
Paradójicamente, además, incluso cuando la producción es abundante, se
encuentran con serias dificultades para el transporte, la comercialización
y el almacenamiento de los frutos de su trabajo.
Durante los viajes y las visitas pastorales, he tenido numerosas opor-
tunidades de escuchar a estas personas expresar sus penosas dificultades,
y es natural que yo me haga portavoz de las arduas preocupaciones que
me han confiado. Su vulnerabilidad, en efecto, tiene repercusiones muy
gravosas en su vida personal y familiar, ya abrumada por el peso de tantas