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1220 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1222 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1223
1224 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Gentium Evangelizatione 1225
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contrariedades o por jornadas agotadoras y sin límite de tiempo, como no
sucede en tantas otras categorías de trabajadores.
2. Las condiciones de las personas hambrientas y malnutridas pone de
manifiesto que no es suficiente ni podemos contentarnos con un llamado
general a la cooperación o al bien común. Tal vez la pregunta sea otra:
¿Es aún posible concebir una sociedad en la que los recursos queden en
manos de unos pocos y los menos favorecidos se vean obligados a recoger
sólo las migajas?
La respuesta no puede limitarse a buenas intenciones y propósitos,
radica más bien en « la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de
un cierto orden, que no se produce sin una atención particular a la justicia
distributiva, cuya violación siempre genera violencia » (Enc . Laudato si',
157). En efecto, para las personas y las comunidades, la falta de protección
social es un factor negativo en sí mismo y no puede restringirse sólo a las
posibles amenazas para el orden público, puesto que la desigualdad afecta
a los elementos fundamentales del bienestar individual y colectivo, como,
por ejemplo, la salud, la educación, la calidad de vida, la participación en
los procesos de decisión.
Pienso en los más desfavorecidos, en aquellos que, por la falta de pro-
tección social, sufren las nocivas consecuencias de una crisis económica
persistente o de fenómenos relacionados con la corrupción y el mal gobier-
no, además de padecer los cambios climáticos que afectan a su seguridad
alimentaria. Son personas, no números, y reclaman que las apoyemos, para
poder mirar el futuro con un mínimo de esperanza. Piden a los gobiernos y
a las instituciones internacionales que actúen cuanto antes, haciendo todo
lo posible, aquello que dependa de su responsabilidad.
Tener en cuenta los derechos de los hambrientos y acoger sus aspira-
ciones significa ante todo una solidaridad transformada en gestos tangibles,
que requiere compartir y no sólo una mejor gestión de los riesgos sociales y
económicos o una ayuda puntual con motivo de catástrofes y crisis ambien-
tales. Es esto lo que se pide a la FAO, a sus decisiones y a las iniciativas
y programas concretos que se lleven a cabo en los distintos lugares.
Esta perspectiva antropológica, sin embargo, muestra que la protección
social no puede limitarse al incremento de los beneficios, o quedar reducida
a la mera idea de invertir en medios para mejorar la productividad agrícola
y la promoción de un justo desarrollo económico. Se debe concretizar en ese