ACTA BENEDICTI PP. XVI

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 società umana e pegno del Regno che viene. La missione della Chiesa è in

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otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los

humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una

experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo

más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción

del Espı́ritu Santo. Sı́, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone

distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que

ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo.

Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo

con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al

Pórtico de la Gloria.

Desde aquı́, como mensajero del Evangelio que Pedro y Santiago rubri-

caron con su sangre, deseo volver la mirada a la Europa que peregrinó a

Compostela. ¿Cuáles son sus grandes necesidades, temores y esperanzas?

¿Cuál es la aportación especı́fica y fundamental de la Iglesia a esa Europa,

que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configura-

ciones y proyectos? Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y

decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida.

Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce

detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo;

admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió

esto Santa Teresa de Jesús cuando escribió: « Sólo Dios basta ».

Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y

divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo

de su libertad. Con esto se querı́a ensombrecer la verdadera fe bı́blica en Dios,

que envió al mundo a su Hijo Jesucristo, a fin de que nadie perezca, sino que

todos tengan vida eterna.5

El autor sagrado afirma tajante ante un paganismo para el cual Dios es

envidioso o despectivo del hombre: ¿Cómo hubiera creado Dios todas las

cosas si no las hubiera amado, Él que en su plenitud infinita no necesita

nada?.6 ¿Cómo se hubiera revelado a los hombres si no quisiera velar por

ellos? Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra liber-

tad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sı́ mismo y

cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sı́ mismo? ¿Cómo es posible que

se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida

humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera

5 Cfr. Jn 3, 16. 6 Cfr. Sab 11, 24-26.