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società umana e pegno del Regno che viene. La missione della Chiesa è in
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otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los
humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una
experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo
más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción
del Espı́ritu Santo. Sı́, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone
distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que
ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo.
Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo
con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al
Pórtico de la Gloria.
Desde aquı́, como mensajero del Evangelio que Pedro y Santiago rubri-
caron con su sangre, deseo volver la mirada a la Europa que peregrinó a
Compostela. ¿Cuáles son sus grandes necesidades, temores y esperanzas?
¿Cuál es la aportación especı́fica y fundamental de la Iglesia a esa Europa,
que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configura-
ciones y proyectos? Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y
decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida.
Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce
detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo;
admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió
esto Santa Teresa de Jesús cuando escribió: « Sólo Dios basta ».
Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y
divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo
de su libertad. Con esto se querı́a ensombrecer la verdadera fe bı́blica en Dios,
que envió al mundo a su Hijo Jesucristo, a fin de que nadie perezca, sino que
todos tengan vida eterna.5
El autor sagrado afirma tajante ante un paganismo para el cual Dios es
envidioso o despectivo del hombre: ¿Cómo hubiera creado Dios todas las
cosas si no las hubiera amado, Él que en su plenitud infinita no necesita
nada?.6 ¿Cómo se hubiera revelado a los hombres si no quisiera velar por
ellos? Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra liber-
tad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sı́ mismo y
cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sı́ mismo? ¿Cómo es posible que
se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida
humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera
5 Cfr. Jn 3, 16. 6 Cfr. Sab 11, 24-26.