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società umana e pegno del Regno che viene. La missione della Chiesa è in
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miento, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. De este modo, colaboró
genialmente a la edificación de la conciencia humana anclada en el mundo,
abierta a Dios, iluminada y santificada por Cristo. E hizo algo que es una de
las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana
y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a
una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó
Antoni Gaudı́ no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y
es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raı́z de la que brota el
tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también
reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a
la libertad y arranca del egoı́smo.
Hemos dedicado este espacio sagrado a Dios, que se nos ha revelado y
entregado en Cristo para ser definitivamente Dios con los hombres. La Pa-
labra revelada, la humanidad de Cristo y su Iglesia son las tres expresiones
máximas de su manifestación y entrega a los hombres. «Mire cada cual cómo
construye. Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es
Jesucristo »,2 dice San Pablo en la segunda lectura. El Señor Jesús es la piedra
que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que
recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos
la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina
y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sı́ misma; está llamada a ser
signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total
servicio a su mandato. El único Cristo funda la única Iglesia; Él es la roca
sobre la que se cimienta nuestra fe. Apoyados en esa fe, busquemos juntos
mostrar al mundo el rostro de Dios, que es amor y el único que puede res-
ponder al anhelo de plenitud del hombre. Ésa es la gran tarea, mostrar a
todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción,
de concordia y no de discordia. En este sentido, pienso que la dedicación de
este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende
edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle,
resulta un hecho de gran significado. Gaudı́, con su obra, nos muestra que
Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica
originalidad está, como decı́a él, en volver al origen que es Dios. Él mismo,
abriendo ası́ su espı́ritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un
espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro
2 1 Co 3, 10-11.