Christus fit pro nobis Veritatis cibus. Cum hominis naturam plane perspiceret
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communionis inter nos fons. Atque ubi inter nos non vivitur communio,
personam veram quae in historiam inserta vitam valet omnium renovare.
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enseñanza de los Concilios de Éfeso y Calcedonia sobre la unidad de la perso-
na en dos naturalezas. La comprensión de la communicatio idiomatum que el
Autor presenta revela por tanto una concepción errónea del misterio de la
encarnación y de la unidad de la persona de Jesucristo.
IV. JESUCRISTO Y EL REINO DE DIOS
7. El P. Sobrino desarrolla una visión peculiar acerca de la relación entre
Jesús y el Reino de Dios. Se trata de un punto de especial interés en sus obras.
Según el Autor, la persona de Jesús, como mediador, no se puede absolutizar,
sino que se ha de contemplar en su relacionalidad hacia el Reino de Dios, que
es evidentemente considerado algo distinto de Jesús mismo: « Esta relaciona-
lidad histórica la analizaremos después en detalle, pero digamos ahora que
este recordatorio es importante [...] cuando se absolutiza al mediador Cristo y
se ignora su relacionalidad constitutiva hacia la mediación, el reino de Dios »
(Jesucristo, 32). « Ante todo, hay que distinguir entre mediador y mediación
de Dios. El reino de Dios, formalmente hablando, no es otra cosa que la
realización de la voluntad de Dios para este mundo, a lo cual llamamos
mediación. A esa mediación [...] está asociada una persona (o grupo) que la
anuncia e inicia, y a ello llamamos mediador. En este sentido puede y debe
decirse que, según la fe, ya ha aparecido el mediador definitivo, último y
escatológico del reino de Dios, Jesús [...]. Desde esta perspectiva pueden
entenderse también las bellas palabras de Orı́genes al llamar a Cristo la auto-
basileia de Dios, el reino de Dios en persona, palabras importantes que des-
criben bien la ultimidad del mediador personal del reino, pero peligrosas si
adecúan a Cristo con la realidad del reino » (Jesucristo, 147). « Mediador y
mediación se relacionan, pues, esencialmente, pero no son lo mismo. Siempre
hay un Moisés y una tierra prometida, un Monseñor Romero y una justicia
anhelada. Ambas cosas, juntas, expresan la totalidad de la voluntad de Dios,
pero no son lo mismo » (Jesucristo, 147). Por otra parte la condición de me-
diador de Jesús le viene sólo de su humanidad: « La posibilidad de ser media-
dor no le viene, pues, a Cristo de una realidad añadida a lo humano sino que le
viene del ejercicio de lo humano » (La fe, 253).
El Autor afirma ciertamente la existencia de una relación especial entre
Jesucristo (mediador) y el Reino de Dios (mediación), en cuanto Jesús es el
mediador definitivo, último y escatológico del Reino. Pero en los pasajes
citados, Jesús y el Reino se distinguen de tal manera que el vı́nculo entre