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que el acceso al alimento necesario es un derecho para todos. Los derechos
no permiten exclusiones. No basta señalar el punto de la situación de la nutrición en el mundo,
aunque es necesario actualizar los datos, porque nos muestran la dura rea- lidad. Ciertamente, puede consolarnos el saber que aquellos mil doscientos millones de hambrientos en 1992 se ha reducido, aun cuando crece la po- blación mundial. No obstante, de poco sirve tener en cuenta los números o incluso proyectar una serie de compromisos concretos y de recomendaciones que han de aplicar las políticas y las inversiones, si descuidamos la obliga- ción de « erradicar el hambre y prevenir todas las formas de malnutrición en todo el mundo ».2
2. Preocupan mucho las estadísticas sobre los residuos: en esta partida se incluye un tercio de los alimentos producidos. E inquieta saber que una buena cantidad de los productos agrícolas se utiliza para otros fines, tal vez fines buenos, pero que no son la necesidad inmediata de quien pasa hambre. Preguntémonos entonces, ¿qué podemos hacer? Más aún, ¿qué es lo que ya yo estoy haciendo?
Reducir los residuos es esencial, así como reflexionar sobre el uso no alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en grandes cantidades para la alimentación animal o para producir biocombustibles. Ciertamen- te, hay que garantizar condiciones ambientales cada vez más sanas, pero ¿podemos seguir haciéndolo excluyendo a alguien? Se ha de sensibilizar a todos los países sobre el tipo de nutrición adoptada, y esto varía depen- diendo de las latitudes. En el Sur del mundo se ha de poner la atención en la cantidad de alimentos suficiente para garantizar una población en crecimiento, en el Norte, el punto central es la calidad de la nutrición y de los alimentos. Pero, tanto en la calidad como en la cantidad, pesa la situación de inseguridad determinada por el clima, por el aumento de la demanda y la incertidumbre de los precios.
Intentemos, por tanto, asumir con mayor decisión el compromiso de mo- dificar los estilos de vida, y tal vez necesitemos menos recursos. La sobriedad no se opone al desarrollo, más aún, ahora se ve claro que se ha convertido en una condición para el mismo. Para la FAO, esto también significa proseguir en la descentralización, para estar en el medio del mundo rural y entender las necesidades de la gente que la Organización está llamada a servir.
2 FAO-OMS, Declaración de Roma sobre la Nutrición, noviembre 2014, 15a.