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Acta Francisci Pp. 611
Además del agua, también el uso de los terrenos sigue siendo un proble-
ma serio. Preocupa cada vez más el acaparamiento de las tierras de cultivo
por parte de empresas transnacionales y Estados, que no sólo priva a los
agricultores de un bien esencial, sino que afecta directamente a la sobe-
ranía de los países. Ya son muchas las regiones en las que los alimentos
producidos van a países extranjeros y la población local se empobrece por
partida doble, porque no tiene ni alimentos ni tierra. Y ¿qué decir de las
mujeres que en muchas zonas no pueden poseer la tierra que trabajan, con
una desigualdad de derechos que impide la serenidad de la vida familiar,
porque se corre el peligro de perder el campo de un momento a otro? Sin
embargo, sabemos que la producción mundial de alimentos es en su ma-
yor parte obra de haciendas familiares. Por eso es importante que la FAO
refuerce la asociación y los proyectos en favor de las empresas familiares,
y estimule a los Estados a regular equitativamente el uso y la propiedad
de la tierra. Esto podrá contribuir a eliminar las desigualdades, ahora en
el centro de la atención internacional.
4. La seguridad alimentaria ha de lograrse aunque los pueblos sean
diferentes por localización geográfica, condiciones económicas o culturas
alimenticias. Trabajemos para armonizar las diferencias y unir esfuerzos
y, así, ya no leeremos que la seguridad alimentaria para el Norte significa
eliminar grasas y favorecer el movimiento y que, para el Sur, consiste en
obtener al menos una comida al día.
Debemos partir de nuestra vida cotidiana si queremos cambiar los estilos
de vida, conscientes de que nuestros pequeños gestos pueden asegurar la
sostenibilidad y el futuro de la familia humana. Y sigamos luego la lucha
contra el hambre sin segundas intenciones. Las proyecciones de la FAO dicen
que para el año 2050, con nueve mil millones de personas en el planeta,
la producción tiene que aumentar e incluso duplicarse. En lugar de dejarse
impresionar ante los datos, modifiquemos nuestra relación con los recursos
naturales, el uso del suelo, modifiquemos el consumo, sin caer en la escla-
vitud del consumismo, eliminemos el derroche y así venceremos el hambre.
La Iglesia, con sus instituciones e iniciativas camina con ustedes, cons-
ciente de que los recursos del planeta son limitados y su uso sostenible es
absolutamente urgente para el desarrollo agrícola y alimentario. Por eso se
compromete a favorecer ese cambio de actitud necesario para el bien de las
generaciones futuras. Que el Todopoderoso bendiga el trabajo de ustedes.