ACTA APOSTOLICAE SEDIS

 528 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 529

 530 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 531

 532 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 533

 534 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 535

 536 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 537

 538 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 539

 540 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 541

 542 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 543

 544 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 545

 546 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 547

 548 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 549

 550 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 551

 552 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 553

 554 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 555

 556 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 557

 558 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 559

 560 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Francisci Pp. 561

 562 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 563

 564 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 565

 566 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 567

 568 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 569

 570 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 571

 572 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 573

 574 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 575

 576 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 577

 578 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 579

 580 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 581

 582 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 583

 584 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 585

 586 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 587

 588 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 589

 590 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio pro Episcopis 591

 592 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Benedicti XVI Pp. 593

 594 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Benedicti XVI Pp. 595

 596 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Benedicti XVI Pp. 597

 598 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Acta Benedicti XVI Pp. 599

 600 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Congregatio de Causis Sanctorum 601

 602 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Diarium Romanae Curiae 603

 604 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

 Diarium Romanae Curiae 605

 606 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale

Acta Francisci Pp. 557

oportunidad, siempre que nos abramos a la verdad de la penitencia y nos

dejemos transformar por su misericordia. De ella nos habla la Escritura

Santa cuando refiere la actitud del Buen Pastor, que deja a las noventa

y nueve ovejas que no requieren de sus cuidados y sale a buscar a la que

anda errante y perdida,6 o la del Padre bueno, que recibe a su hijo menor

sin recriminaciones y con el perdón.7 También es significativo el episodio

de la mujer adúltera, a la que Jesús le dice: « Vete y en adelante no peques

más ».8 Aludiendo, asimismo, al Padre común, que hace salir el sol sobre

malos y buenos, y llover sobre justos e injustos,9 Jesús invita a sus discípulos

a ser misericordiosos, a hacer el bien a quien les hace mal, a rezar por los

enemigos, a poner la otra mejilla, a no guardar rencor…

La actitud de Dios, que primerea al hombre pecador ofreciéndole su

perdón, se presenta así como una justicia superior, al mismo tiempo ecuáni-

me y compasiva, sin que haya contradicción entre estos dos aspectos. El

perdón, en efecto, no elimina ni disminuye la exigencia de la rectificación,

propia de la justicia, ni prescinde de la necesidad de conversión personal,

sino que va más allá, buscando restaurar las relaciones y reintegrar a las

personas en la sociedad. Aquí me parece que se halla el gran reto, que en-

tre todos debemos afrontar, para que las medidas que se adopten contra el

mal no se contenten con reprimir, disuadir y aislar a los que lo causaron,

sino que les ayuden a recapacitar, a transitar por las sendas del bien, a

ser personas auténticas que lejos de sus miserias se vuelvan ellas mismas

misericordiosas. Por eso, la Iglesia plantea una justicia que sea humaniza-

dora, genuinamente reconciliadora, una justicia que lleve al delincuente, a

través de un camino educativo y de esforzada penitencia, a su rehabilitación

y total reinserción en la comunidad.

Qué importante y hermoso sería acoger este desafío, para que no cayera

en el olvido. Qué bueno que se dieran los pasos necesarios para que el perdón

no se quedara únicamente en la esfera privada, sino que alcanzara una ver-

dadera dimensión política e institucional y así crear unas relaciones de con-

vivencia armoniosa. Cuánto bien se obtendría si hubiera un cambio de men-

talidad para evitar sufrimientos inútiles, sobre todo entre los más indefensos.

6 Cf. Jn 10, 1-15; Lc 15, 4-7. 7 Cf. Lc 15, 11-32. 8 Jn 8, 11b. 9 Cf. Mt 5, 45.