424 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
426 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
428 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
430 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
432 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
434 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
436 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
438 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
440 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
442 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
444 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
446 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
448 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
450 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
452 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
454 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
456 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
458 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
460 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
462 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
464 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
466 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
468 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
470 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
472 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
474 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
476 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
478 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
480 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
482 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
484 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
486 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
488 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
490 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
492 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
494 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
496 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 497
498 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 499
500 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 501
502 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 503
504 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 505
506 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 507
508 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 509
510 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 511
512 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
514 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
516 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
518 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
520 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
522 Acta Apostolicæ Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 437
zación política y económica mundial, lo que falta es mucho, ya que una
parte importante de la humanidad continúa excluída de los beneficios del
progreso y relegada, de hecho, a seres de segunda categoría. Los futuros
Objetivos de Desarrollo Sostenible, por tanto, deben ser formulados y eje-
cutados con magnanimidad y valentía, de modo que efectivamente lleguen a
incidir sobre las causas estructurales de la pobreza y del hambre, consigan
mejoras sustanciales en materia de preservación del ambiente, garanticen
un trabajo decente y útil para todos y den una protección adecuada a la
familia, elemento esencial de cualquier desarrollo económico y social soste-
nibles. Se trata, en particular, de desafiar todas las formas de injusticia,
oponiéndose a la « economía de la exclusión », a la « cultura del descarte » y
a la « cultura de la muerte », que, por desgracia, podrían llegar a convertirse
en una mentalidad pasivamente aceptada.
Por esta razón, a ustedes, que representan las más altas instancias de
cooperación mundial, quisiera recordarles un episodio de hace 2000 años
contado por el Evangelio de san Lucas:2 el encuentro de Jesucristo con el
rico publicano Zaqueo, que tomó una decisión radical de condivisión y de
justicia cuando su conciencia fue despertada por la mirada de Jesús. Este
es el espíritu que debería estar en el origen y en el fin de toda acción
política y económica. La mirada, muchas veces sin voz, de esa parte de la
humanidad descartada, dejada atrás, tiene que remover la conciencia de
los operadores políticos y económicos y llevarles a decisiones magnáni-
mas y valientes, que tengan resultados inmediatos, como aquella decisión
de Zaqueo. Guía este espíritu de solidaridad y condivisión todos nuestros
pensamientos y acciones? Me pregunto.
Hoy, en concreto, la conciencia de la dignidad de cada hermano, cuya
vida es sagrada e inviolable desde su concepción hasta el fin natural, debe
llevarnos a compartir, con gratuidad total, los bienes que la providencia
divina ha puesto en nuestras manos, tanto las riquezas materiales como las
de la inteligencia y del espíritu, y a restituir con generosidad y abundancia
lo que injustamente podemos haber antes negado a los demás.
El episodio de Jesucristo y de Zaqueo nos enseña que por encima de
los sistemas y teorías económicas y sociales, se debe promover siempre
2 19, 1-10.