acta apostolicae sedis c o m m e n t a r i u m o f f i c i a l e
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Acta Francisci Pp. 177
Siempre me ha impresionado el encuentro de Jesús con el joven rico.1
creo que es un lindo modelo que expone al vivo la pedagogía del Señor.
me detengo en tres aspectos de este relato: cómo cristo acoge, escucha y
llama a ese joven a seguirlo.
1. La acogida: Éste es el gesto primero de Jesús y también nuestro. es
previo a toda enseñanza o misión apostólica. cristo se detuvo con aquel
joven, lo miró con afecto, con mucho amor: es el abrazo de la caridad
sin condiciones. el Señor se pone en la situación de cada uno, incluso de
aquellos que lo rechazan. no les paga con la misma moneda. estar cercanos
a los jóvenes en todos los ambientes de su vida: en la escuela, la familia,
el trabajo..., atentos a sus necesidades y aspiraciones, no sólo materiales.
muchos pasan por graves problemas. cómo no pensar en el fracaso escolar,
el desempleo, la soledad, la amargura en las familias desunidas. Son mo-
mentos difíciles, que les hacen experimentar frustración y desprotección;
los vuelven vulnerables a las drogas, al sexo sin amor, a la violencia... Se
nos pide no abandonar a los jóvenes, no dejarlos al costado del camino;
necesitan mucho sentirse valorados en su dignidad, rodeados de cariño,
comprendidos.
2. después, Jesús entabló un diálogo franco y cordial con aquel joven.
Escuchó sus inquietudes y las clarificó con la luz de la Sagrada escritura.
Jesús, de entrada, no condena, no tiene prejuicios, no cae en los tópicos
de siempre; del mismo modo los jóvenes tienen que sentirse en la iglesia
como en casa. no solamente ha de abrirles sus puertas; tiene que salir
a buscarlos, sintonizando con sus reclamos y dando espacio para que se
sientan escuchados. ella es madre y no puede permanecer indiferente, sino
conocer sus preocupaciones y llevarlas al corazón de dios.
3. Y, finalmente, Jesús invita a aquel joven a seguirlo: Vende todo… y
luego ven y sígueme.2 estas palabras no han perdido su actualidad. los
jóvenes las tienen que oír de nosotros. Que escuchen que cristo no es un
personaje de novela, sino una persona viva, que quiere compartir ese deseo
irrenunciable que ellos tienen de vida, de compromiso, de entrega. Si nos
contentamos con darles un mero consuelo humano, los defraudamos. es
1 cf. Lc 18, 18-23. 2 cf. Lc 18, 22.