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en la sociedad, ası́ como combatir esa corrupción que produce privilegios para
algunos e injusticias para muchos.
3. La situación que estamos viviendo, aunque esté directamente relacio-
nada con factores financieros y económicos, es también consecuencia de una
crisis de convicciones y valores, incluidos los que son el fundamento de la vida
internacional. Este es un marco que requiere emprender una consciente
y seria obra de reconstrucción, que incumbe también a la FAO. Y quiero
evidenciar, quiero señalar la palabra: obra de reconstrucción. Pienso en la
reforma iniciada para garantizar una gestión más funcional, transparente y
ecuánime. Es un hecho ciertamente positivo, pero toda auténtica reforma
consiste en tomar mayor conciencia de la responsabilidad de cada uno, reco-
nociendo que el propio destino está ligado al de los otros. Los hombres no son
islas, somos comunidad. Pienso en aquel episodio del Evangelio, por todos
conocido, en el que un samaritano socorre a quien está necesitado. No lo hace
como un gesto de caridad o porque dispone de dinero, sino para hacerse uno
con aquel a quien ayuda: quiere compartir su suerte. En efecto, tras haber
dejado dinero para curar al herido, anuncia que volverá a visitarlo para
cerciorarse de su curación. No se trata de mera compasión o tal vez de
una invitación a compartir o a favorecer una reconciliación que supere las
adversidades y las contraposiciones. Significa más bien estar dispuestos a
compartirlo todo y a decidirse a ser buenos samaritanos, en vez de personas
indiferentes ante las necesidades de los demás.
A la FAO, a sus Estados miembros, ası́ como a toda institución de la
comunidad internacional, se les pide una apertura del corazón. Es preciso
superar el desinterés y el impulso a mirar hacia otro lado, y prestar atención
con urgencia a las necesidades inmediatas, confiando al mismo tiempo que
maduren en el futuro los resultados de la acción de hoy. No podemos soñar
con planes asépticos, hoy no sirven. Todo plan propuesto nos debe involucrar
a todos. Ir adelante de manera constructiva y fecunda en las diversas funcio-
nes y responsabilidades significa capacidad de analizar, comprender y entre-
gar, abandonando cualquier tentación de poder, o de poseer más y más, o
buscar el propio interés en lugar de servir a la familia humana y, en ella,
especialmente y sobre todo a los indigentes, a los que aún sufren por hambre
y desnutrición.
Somos conscientes de que uno de los primeros efectos de las graves crisis
alimentarias, y no sólo las causadas por desastres naturales o por conflictos